Wednesday, May 24, 2006

Y por fin llegó...

Después de meses de espera, el tan esperado filme que reproduce uno de los libros más polémicos de los últimos tiempos, llega a nuestras pantallas de cine. Me refiero al tan nombrado Código Da Vinci. Para quienes hemos leímos el libro ha sido una gran decepción presenciar esta puesta en escena, con pobres interpretaciones y una narración tan lenta y a veces insípida que no cumple con ningún objetivo, ni siquiera el de entretener, si eso pretendían sus productores, dando a cambio, dos horas y media completamente aburridas y confusas para aquellos que no han tenido la oportunidad de acceder a la base escrita.
El negocio cinematográfico de Hollywood, depende cada vez más del éxito de este tipo de películas, con un gran presupuesto de mercadeo que impulsa y genera este movimiento de espectadores que con gran expectativa esperan tan anunciados proyectos con resultados no muy prometedores. El séptimo arte ha dejado de ser eso; arte, para convertirse en una industria de entretenimiento, siendo Hollywood uno de sus principales promotores (no olvidemos que India es el primer productor de películas, llegando hasta 1000 por año, en comparación con Estados Unidos, que puede estar alrededor de las 450 anuales).
Ahora bien, el libro de Dan Brown, cuyo éxito ha alcanzado cifras millonarias, se debe básicamente a la reunión y exposición de investigaciones y teorías de tipo antropológico e histórico en un thriller policiaco, que involucra la figura del cristianismo, su evolución y la presentación un tanto trastocada de su principal líder espiritual: Cristo.
Lamentablemente las instituciones eclesiásticas se han visto afectadas por estas revelaciones o teorías en las que se basa el autor para enlazar supuestos códigos y una organización secreta que entre sus exclusivos miembros se encontraba Leonardo Da Vinci. No podemos dudar de la capacidad intelectual y magistral genialidad de este gran personaje del Renacimiento, pero a veces creo que se está abusando de él, las asociaciones que se realizan en el libro son cuestionables y no debemos negarlas, como las afirmaciones basadas en el cuadro de La Última Cena, en la que su estructura geométrica basada en triángulos (todos los cuadros de Da Vinci y algunos renacentistas están basados en esta norma pictórica), debaten la sexualidad del apóstol sentado a diestra de Jesucristo y que por interpretación simbólica y gracias a las escrituras apócrifas, más el carácter andrógino de las figuras humanas de Da Vinci, le dan el crédito a la “compañera” del Mesías. Cabe anotar que tratar de reconstruir más de dos mil años de historia en 24 horas de narración lineal que constituye el libro es imposible.
Este escritor ha sido muy inteligente al utilizar la magia de los símbolos como pilar de una investigación, con una mezcla de estilos que van desde James Bond a Indiana Jones, a través de una combinación de deducciones generadas por una serie de pistas que recrean una particular secuencia, y que son interpretadas por el profesor y experto en criptografía Robert Langdon, personaje principal del libro.
Para los que no han leído su otro título, Ángeles y Demonios (personalmente me gusta más), la trama es muy similar y el tratamiento que se le da a la religión, también es delicado, ¿entonces porqué se ataca tanto al Código Da Vinci?, simplemente por que cada vez es más delgada esa línea susceptible que divide la fe de la constitución humana y terrenal del hombre. Es ahí donde las críticas, escándalos, y manifestaciones de desprecio, son las características en lo que todos coinciden, y es la de violar una creencia con la malograda “humanización” de un Dios, que es el pilar de su institución religiosa.
Afirmar que existe un linaje real a partir de la unión carnal de Jesucristo con María Magdalena se puede sustentar de mil formas, Dan Brown lo ha hecho posible con su libro, y como él, vendrán más personas que quieran interferir con el orden mundial que ha impuesto la fe y la creencia de la religión con más adeptos en el mundo.
Solamente aplaudo el concepto de venta para la película: “no importa lo que te han dicho (…), debes buscar la verdad”. Amén.