Friday, February 08, 2013

Pedaleando por las calles

Desde hace algunas semanas opté, casi que de forma definitiva el dejar el carro en casa, y recurrir a esa vieja y sana tradición de movilizarme hacia la oficina en bicicleta, obteniendo de forma inmediata beneficios económicos (menos consumo de gasolina), saludables (rendimiento físico) y terapeúticos (cero estrés por el tráfico). Claro está que habrá excepciones, porque el llegar a una reunión empapado de sudor, en licra y casco no es la forma más adecuada de presentarse, pero por el momento, la satisfacción de continuar con una de mis pasiones extremas en dos ruedas, hace que cambien muchas cosas de mi rutina.
Las calles de Panamá son salvajes, la agresividad en el volante es inadmisible, la poca y casi nula cordialidad y respeto hacia los semejantes es intimidante, y cuando se pedalea en horas pico, el riesgo de un accidente es bastante alto, en donde las vías ya no son suficientes para un parque automotor elevado, y los espacios se reducen al punto, que hasta las aceras son minúsculas para los peatones.
La cultura del uso del automovil en una ciudad con un clima tropical húmedo que siempre supera los 30 grados, deja al transeúnte en desventaja, y por tal razón lo limita, evitando siempre cortas caminatas bajo el sofocante sol, por lo que, la opción de un medio de transporte de pedal no es atractiva para nadie.
Ahora bien, el impetu por el uso recreativo y competitivo de la bicicleta se hace notar cada vez más, y aunque sólo sea en ese entorno, se requiere igual de más espacios, como la ciclovía, que gracias a algunas entidades, han adoptado esta iniciativa para aplicar los primeros domingos de cada mes, cerrando una fracción de una importante avenida para sacar las bicicletas, correr o caminar, la consigna es, moverse.
Mientras tanto seguiré burlando el tráfico, apabullando quienes siguen detrás de un volante lentamente por horas, porque sencillamente, tomé una mejor opción. ¿Pedaleas conmigo?